En el año del bicentenario,  recordemos que el Perú es un país diverso, que representa una oportunidad para el desarrollo de las personas y los pueblos, sin embargo en nuestra historia, la diversidad cultural ha significado, muchas veces, exclusión y discriminación por parte de la cultura dominante de occidente que ha desconocido, invisibilizado o subvalorado la cultura de los pueblos originarios y la cultura popular.

En el proceso de resistencia ante esta exclusión una muestra de estas acciones, es la de Juan Santo Atahualpa en la selva central, en el Gran Pajonal. Se trataba de un indígena andino de ascendencia noble, que pudo haber estudiado en uno de los dos Colegios para Príncipes que los jesuitas mantenían en Lima y el Cusco, viajo a Europa e inclusive a África, conociendo así́ otras realidades. Juan Santos debió́ haber pensado sobre cual debería ser el destino de su pueblo y su rol en forjar este destino. A su retorno al Perú́, recorrió toda la sierra, desde Cusco hasta Cajamarca, pidiendo el apoyo de los caciques para cuando se internase en la selva y reclamase lo que por derecho de descendencia le correspondía y que sus acciones en la selva tenían el propósito de iniciar una rebelión generalizada contra la Corona española. Al llegar al Gran Pajonal, Juan Santos Atahualpa logró algo inédito: a través del RESPETO por la diversidad de las diferencias en los modos de vida, cosmovisiones, conocimientos, prácticas, como individuos o como grupos, organizó a los diferentes grupos indígenas, muchas veces rivales entre sí, hablantes de diferentes lenguas, que por primera vez se unieron en una sola causa.

En este año unirnos como peruanos es reconocer la vigencia de los derechos de todas las personas y los pueblos que implica el RESPETO, el conocimiento y valorar sus creencias, costumbres, prácticas, anhelos, idioma, etc., de modo que se legitimen y formen parte del acervo común del país. Ello es responsabilidad del Estado y de todos nosotros como ciudadanos de nuestro país.

Prof. JOSÉ LUIS MENDOZA SALAS